Hoy quiero hablaros del lugar que cambió mi vida, Granada. Fueron tres semanas increibles. Estaba alojada en un pequeño hotel de la Universidad que se encuentra en el Realejo, el barrio antiguo. Desde allí subiendo una cuesta te encontrabas con la Alhambra y el Generalife. Todo lo que pueda deciros de ellos es poco: colores, olores, frescura. Si encima eres una persona imaginativa, para qué quieres más.
Y que decir de mis paseos por las tardes, subiendo por la Cuesta del Darro hacia el Albaicín. Desde el mirador de San Nicolás la vista de la Alhambra es espectacular, pero aún es mejor si pedís permiso para entrar en el pequeño jardincito de la Mezquita y además hay tan poquita gente que es como si ese paisaje increible fuera sólo para ti.
El pecho se hincha y el espíritu se calma. Allí me quedaba hasta el atardecer y empezaba el descenso atravesando el Albaicín hacia la zona de las teterías donde disfrutaba de un té con dulces árabes.
Y no puedo dejar de mencionar un lugar mágico, los antiguos baños árabes que están cerca de la cuesta del darro. No admiten más de 8-9 personas por turno, la luz es ténue, la música embriagadora y luego un masaje relajante con aceites.
Ahora mismo según escribo recuerdo todo aquello y el vello se me eriza en un escalofrío. Creedme, si tenéis oportunidad iros unos días allí, no lo olvidaréis.
3 comentarios:
yo voy a ir, y asi conozco a alex jejeje aunke me da a mi q en vez d te,,,, UNAS CAÑITAAASSSjajaja
muy bueno el post MARTA
muackssss
que lugar maravilloso por las descripciones dadas! dichosos los que lo pueden disfrutar!
el té para los BRITANICOS, para mi y para ti, o para ti y para mi, LAS CAÑITASSSSSSSSSSSSSS
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