Que
internet está lleno de conocimientos parciales, inciertos o
directamente falsos no es ninguna novedad, ¿verdad? Pero que le ocurra a
esos mensajes tan razonables y profundos que nos llegan sobre las
siempre confiables matemáticas ya es otra cosa. Si es demasiado bueno
para ser verdad, lo más probable es que no sea verdad.
1. La grafía de los números es así porque alguna vez los números tuvieron esta forma.
Mira
el 9 ¿en qué tipografía maligna pudo nunca nadie escribir un 9 así? Ni
comic sans ni nada, ¿qué me dices del 7? ¿Y ese cero? el único que
dibujan sin rectas, claro, para que no les salga ningún ángulo. Las
primeras grafías de los números fueron -sin duda- palitos, y la primera
vez que alguien escribió las cifras indo-arábigas (que es como se
llaman) parecidas a como se escriben hoy en Europa fue en el Codex
Vigilanus (s. X) que se conserva en un monasterio de La Rioja. Si
quieres saber más, puedes leer el magnífico artículo que Raúl Ibáñez le dedicó en el Cuaderno de Cultura Científica, donde expone otras cinco teorías fantásticas sobre el origen de las cifras, o la monumental Historia universal de las cifras del gran experto George Ifrah. También aquí.
2. La multiplicación maya
Puede que la abeja Maya multiplicase así -ya que las abejas saben muchas matemáticas-
pero seguro que los mayas no ¿Cómo podemos estar tan seguros de que es
un bulo? Porque el sistema de numeración maya es de base veinte, o sea
que usaban “cifras” entre uno y veinte y se “llevaban una” justo cuando
completaban la veintena, y este método está muy vinculado a nuestro
sistema de numeración que es de base 10. En todo caso, es un ejercicio
interesante tratar de explicar cómo funciona la multiplicación por
líneas ¿lo intentas?
3. Los egipcios conocían el “valor real de pi” y lo usaron en las pirámides
Hay
gran fascinación por todo lo antiguo y si además tiene la
monumentalidad de las pirámides la atracción que produce puede llegar a
cegarnos. Los egipcios sabían mucha geometría –se sabe que practicaban
la agrimensura hace más de 5.000 años–, así que sabían resolver
triángulos, pero a la hora de construir Pi lo mejor que podían
ofrecernos es la aproximación 3,16 como muestra el Papiro Rhind. Así que estas historias sobre el valor real de pi son pura ficción.
Bonus: para los entusiastas de pi que dicen que contiene en sus decimales toda la información de tu vida y tu muerte y el sentido de la vida,
eso no es exactamente un bulo porque no se ha demostrado que los
decimales de pi tengan la propiedad de “ser normal” (se llama así) -ni
que no la tengan- por lo que debemos decir que no se sabe (aunque hay otros números que sí la tienen).
4. El logo de Apple sigue la sucesión de Fibonacci
Leonardo de Pisa en el siglo XIII puso nombre a la sucesión
de números que arranca con dos unos y que obtiene cada nuevo término
como la suma de los dos anteriores: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13… lo hizo para
resolver un problema de crecimiento de poblaciones de conejos. La
solución del “Hijo de Bonacci” explica muchos procesos naturales, como
vemos en este vídeo.
Esta
sucesión cumple otra propiedad fascinante y es que la división de dos
términos consecutivos se acerca cada vez más a Phi, el “número áureo”que resulta de dividir la diagonal de un pentágono entre su lado. Esta
proporción ha fascinado a matemáticos, arquitectos y diseñadores desde
siempre, también ha alimentado bulos como el que las curvas de la
celebérrima manzana son círculos de radios de la sucesión de Fibonacci, cosa que no ocurre. Tampoco le pasa al muy armónico Partenon.
5. “Este mes tiene 5 viernes, 5 sábados y 5 domingos y eso es algo que no se volverá a repetir en 823 años”
Ocurrió
el pasado mayo, tuvo cinco viernes, sábados y domingos, y algún
desmemoriado nos recordó por whatsapp que eso es algo que ocurre muy
raras veces y que debíamos esperar grandes proezas en mayo. No las hubo (salvo alguna cosa), pero tener cinco fines de semana caribeños es algo que le ocurre a cada mes de 31 días que empieza en viernes.
Aproximadamente uno al año. Algunos años tienen dos -como 2016-, así que
2016 vendrá lleno de prodigios inimaginables.
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