Me dijísteis que lo pusiera por escrito así que aquí está.
Toda mi familia (la biológica jejeje) vive en Santander así que me disponía a volver a casa por Navidad (como el del turrón) en tren ya que por aquel entonces era mi primer año de Universidad. No había tren directo pero aún así lo prefería porque si no eran 5 horas y media en bus y lo llevo regular. Se iba en reginal hasta Medina del Campo y desde allí se cogía el Talgo que venía de Madrid hasta Santander. Hora de llegada, supuestamente las 22h.
Me voy a la estación toda mona y la primera, en la frente. Era un gabinete en el que van varias personas y me toca con unos señores de pueblo, muy amables eso si, que sacan una navaja de 10 cm y embutidos diversos que me ofrecen amablemente tras un "¿quies un cacho chica?" Tras darles un educado, no gracias, veo como acaban y sacan dos puracos de muerte y yo me empiezo a poner verde, azul y de todos los colores así que decidí salirme al pasillo.
La segunda, a los pocos minutos. Aparece un baboso que me dice que si le acompaño al baño, así que agobiada veo sitio en otro gabinete y pido permiso para sentarme. En él iban dos militares de aviación guineanos que iban hasta Medina para coger el Talgo a Madrid y volver a su país y charlamos un rato hasta llegar.
En Medina había que esperar como una hora para los trasbordos, primero era el mío y luego el suyo así que nos fuimos a la cafetería a hacer tiempo y después de una hora salgo al andén y ¡sorpresa! , no funcionan los altavoces de cafetería y mi tren ya se ha ido. Claro, me puse nerviosa perdida y fui a la cabina a llamar a mis padres... y no funcionaba ninguna de las dos así que me puse a llorar como una magdalena y los pobres guineanos no sabían qué hacer (aún no había móviles). Su tren llegó y subieron sus cosas pero en el último momento a uno le di tanta pena que bajó un momento y perdió su tren en el que quedó su compañero con todo el equipaje y la documentación de ambos.
Había otro tren bastante más tarde así que decidí ir andando hasta Medina ya que la estación queda en las afueras acompañada del guineano y así llamé a mis padres:
-Papá...
-Dime.
-Que he perdido el tren y no tengo dinero (se me había olvidado la cartera en Salamanca).
Chorreo paterno...
-¿Pero cómo puedes ir por ahí sin dinero? ¿Dónde estás? etc.
-En Medina, que no funcionaban los teléfonos de la estación.
-Pues vuelve allí y a ver cómo lo soluciono.
El muchacho y yo cogemos el camino de vuelta y casi llegando se aproxima una patrulla de la Guardia Civil y nos para (el guineano blanco del susto).
-¿Cuál es su nombre?
-Marta Ortiz.
-¿Y qué le ha pasado?
-Que he perdido el tren.
-¿Qué ha perdido el tren o que no tiene dinero?
-Las dos cosas.
-Pues tenga 5000 pesetas y vaya a casa.
Yo flipando pero el guineano ni os cuento. El pobre no hacía más que preguntarme si yo era la hija de un alto cargo militar o algo así. Yo en ese momento no entendí nada pero resulta que mi padre llamó a mi tío que es Guardia Civil y este pidió ayuda al cuartelillo de Medina.
Total, que le pago el billete al muchacho y se va. Me había pedido el teléfono pero nunca me llamó, supongo que del acojone que le entró al pobre. Pero... cuando voy a comprar el mío me dicen que va lleno y otra vez a llorar. Entonces me dicen que si hay demanda ponen otro vagón y así fue. Me monto pero... por el camino nos dicen que han cerrado el puerto y que nos desvían a Bilbao y desde allí nos llevarán por bus.
Pensé en llamar a mis padres desde Bilbao pero no dio tiempo porque nos subieron directos al bus. Recuerdo que iba tras el conductor en el pasillo y en la ventanilla una mujer embarazada con una niña pequeña en brazos y yo pensando... con el día que llevo esta se pone de parto. Eran más de las 12 y todos muertos de hambre así que el conductor se apenó e hizo una pausa en un punto de carretera y desde allí pude llamar a casa.
-Papá...
-¿Pero dónde coño estás?
-En Bilbao.
-¿Y qué coño haces ahí? (Aquí lo del coño se usa mucho)
Le explico la situación y me dice que le llame al llegar que me va a buscar y seguidamente tras comer algo volvemos al bus. La pobre señora ya no sabía cómo ponerse así que me ofrecí a llevarle a la niña que iba dormidita en mis brazos y la señora venga quejarse y yo acojonada.
Total, que a las 2 de la madrugada conseguí llegar a Santander y allí estaba mi pobre padre esperando porque no conseguía dormir de la preocupación. La bronca por desastrosa fue indecente pero desde entonces me acostumbré a llevar siempre encima 5000 pesetas de emergencia para desventuras imprevistas... y os aseguro que tengo facilidad para que me ocurran este tipo de cosas, jajaja.
4 comentarios:
Marta tus relatos son una delicia! eres muy buena escritora y casi que vi toda la escena como una película..q suerte q tus desventuras tuvieron final feliz!
jajajajaj yo pense, q tendria una aventurilla con el guineano, pero,,,,,,,,,,,,,,,, jajajaja
ha molado mas asi.
Marta que historia, mas bien que bien contada! Daba gusto leerla!!!
Y eso de llevar unos pesitos demas en la cartera no esta mal, solo que a veces uno no tiene esos pesitos demas!!!Jaja uno anda con lo justo.
Besos, y esperando por mas aventuras....
Amo la forma en que relatas anégdotas vividas... Si sacaras un libro... lo compraría sin dudarlo Marta!!!
Besos!!!!!!!!
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