Esta mañana se ha presentado en Madrid el primer establecimiento de la franquicia “Placebo Gym”, un centro deportivo para personas interesadas en tener la sensación de que se cuidan y hacen deporte con regularidad. “Las encuestas evidencian que son muchos los ciudadanos que se apuntan a un gimnasio y luego ni lo pisan. En las universidades pasaba lo mismo y por eso nació la formación a distancia. Nosotros nos comprometemos a enviar una factura cada mes que recuerde al cliente que está apuntado a un gimnasio. También se nos podrá entregar ropa de deporte limpia y nos encargaremos de devolverla toda sudada sin necesidad de esfuerzos o pérdidas de tiempo”, explica Julio Culleras, responsable del centro. El local es en realidad un piso en la calle Alcalá regentado por un joven becario que se encarga de tramitar facturas y atender a los que entran en el centro un momento para salir de él con la bolsa de ropa sucia y poder decir así que vienen del gimnasio.
“Es un poco más barato que los gimnasios normales. Tampoco mucho porque si no sería un ‘canteo’. Y la verdad es que cuando sales de allí con tu bolsita de deporte, que parece completamente real, te sientes más tonificado. Es un efecto psicológico. Punset dice que el alma está en el cerebro. El gimnasio también”, argumenta Jorge Valencia, uno de los primeros clientes del “Placebo Gym”.
Conscientes de que el gimnasio es también una excusa para conocer gente, los responsables del centro tienen pensado promover por Internet encuentros entre sus usuarios, que podrán quedar a la salida del gimnasio e ir a tomar unas cañas “para recuperar fuerzas”. Jorge Valencia reconoce que ha hecho amistad “con una chica que lleva veinte años sin ir al gimnasio, dos más que yo. Estamos al mismo nivel más o menos”.
Peluquerías para "poner a caldo" al marido.
Los creadores del “Placebo Gym” planean abrir otra cadena, esta vez de peluquerías para señoras que solo quieran pasar la mañana criticando a sus esposos y leyendo la prensa del corazón. “El 80% de las señoras que acuden a los centros de belleza son casos perdidos desde el punto de vista estético. Los peluqueros muchas veces se limitan a mover el pelo de un lado a otro como quien zarandea un cadáver. Ya es hora de afrontar la realidad del mercado y ser conscientes de cuál es la demanda real de nuestros clientes”, afirma Julio Culleras.
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