CLUB DE COTORRAS

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Eduardo Galeano
“Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo y entonces después de tener otro. Entonces nos sentimos frustrados porque los hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos más felices cuando lo sean. Después de eso nos
frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar). Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esta etapa. Nos decimos que nuestra vida estará completa cuando a nuestro esposo (a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor carro o una mejor casa, cuando nos
podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.”
“La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. Si no es ahora, ¿cuándo? Tu vida estará siempre llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas formas. Una de mis frases: “Por largo tiempo me parecía que la vida estaba a punto de comenzar. La vida de verdad. Pero siempre había algún obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar. Sólo entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida”. Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad.”
“La felicidad “es” el camino; así que atesora cada momento que tienes y atesóralo más cuando lo compartiste con alguien especial, lo suficientemente especial para compartir tu tiempo y recuerda que el tiempo no espera por nadie... así que deja de esperar hasta que bajes cinco kilos, hasta que te
cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que éste para ser feliz... la felicidad es un trayecto, no un destino.
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Muy recomendado para leer unos minutos.-
Hace varios años, una maestra pública fue contratada para visitar a niños internados en un gran hospital de la ciudad. Su tarea era guiarlos en sus deberes a fin de que no estuvieran muy atrasados cuando pudieran volver a clases.
Un día, esta maestra recibió una llamada de rutina pidiéndole que visitara a un niño en particular. Tomó el nombre del niño, el del hospital y el número de la habitación, y la maestra del otro lado de la línea le dijo:
-Ahora estamos estudiando sustantivos y adverbios en clase. Le agradecería si lo ayudara con sus deberes, así no se atrasa respecto de los demás.
Hasta que la maestra no llegó a la habitación del niño no se dio cuenta de que se hallaba ubicada en la unidad de quemados del hospital. Nadie la había preparado para lo que estaba a punto de descubrir del otro lado de la puerta. Antes de que le permitieran entrar, tuvo que ponerse un delantal y una gorra esterilizada por la posibilidad de infección. Le dijeron que no tocara el niño ni la cama. Podía mantenerse cerca pero debía hablar a través de la máscara que estaba obligada a usar.
Cuando por fin terminó de lavarse y se vistió con las ropas prescriptas, respiró hondo y entró en la habitación. El chiquito, horriblemente quemado, sufría mucho a ojos vista. La maestra se sintió incómoda y no sabía qué decir, pero había llegado demasiado lejos como para darse la vuelta e irse. Por fin pudo tartamudear:
-Soy la maestra del hospital y tu maestra me mandó para que te ayudara con los sustantivos y los adverbios.
Después, le pareció que no fue una de sus mejores sesiones.
A la mañana siguiente, cuando volvió, una de las enfermeras de la unidad de quemados le preguntó:
-¿Qué le hizo a ese chico?
Antes de que pudiera terminar una sarta de disculpas, la enfermera la interrumpió diciendo:
-No me entiende. Estábamos muy preocupados por él, pero desde que vino usted ayer toda su actitud cambió. Está luchando, responde al tratamiento... Es como si hubiera decidido vivir.
El propio niño le explicó luego que había abandonado completamente la esperanza y sentía que iba a morir, hasta que vio a esa maestra especial. Todo había cambiado cuando se dio cuenta de algo. Con lágrimas de felicidad en los ojos, el chiquito tan gravemente quemado que había dejado de lado toda esperanza, lo expresó así:
-No le habrían enviado una maestra para trabajar con los sustantivos y los adverbios a un chico agonizante, ¿no le parece?
La esperanza es el factor preponderante que mantiene viva la llama que desarrolla nuestros proyectos. Si se pierde la esperanza de algo, se pierde la motivación y todo lo referente a ello parece no tener sentido. No resulta entonces difícil imaginarse lo que ocurriría si se pierde la esperanza de vivir. Todo parece derrumbarse, y la voluntad nada puede hacer porque está paralizada por la sensación de “sin sentido”. Es una situación terrible que puede acarrear consecuencias también terribles. Pero basta una pequeña palabra de esperanza para despertar todos los sentidos, para movilizar todo aquello que se hallaba paralizado. Porque se le comienza a encontrar a la vida un significado fundamental, que va dando respuestas a muchas preguntas sobre la existencia, sobre el ser. Es importante mantener viva la esperanza de un mañana. Es importante la certeza de que mañana también está la vida... Si mañana tenemos “sustantivos y adverbios”, eso significa que hay... un mañana. Y se renueva entonces la motivación de seguir adelante en búsqueda del más preciado tesoro: La felicidad...
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PRECIOSA CARTA A UN HIJO. NO TE PROMETO...
No te prometo, hijo, impedir que tropieces, ni estar pegado a ti para asistirte en la caída. Te estorbaría mi excesiva protección, y te haría extremadamente dependiente. Pero sí te prometo estar ahí, para cuidar tus raspones.
No te prometo, hijo, donarte mi experiencia. No podría ser tuya. Tendrías que adquirirla en carne propia. Pero prometo estar disponible cuando solicites mi consejo.
No te prometo, hijo, solucionar tus problemas, aunque lo haría todo por ti. La solución suele estar en tus manos y no en las mías, pero prometo ayudarte en lo posible y escucharte cuando quieras desahogarte.
No te prometo, hijo, evitarte sufrimientos. No puedo cegarte a la realidad, porque a veces sufrir es necesario para aprender a ser fuerte, pero prometo ofrecerte mi hombro cuando necesites consuelo.
No te prometo, hijo, darte todo lo que quieras. En todo caso es mejor que aprendas que los caprichos y las modas no son importantes pues se olvidan en cuanto se consiguen; pero prometo hacer el mayor esfuerzo para darte lo necesario.
No prometo, hijo, que serás tú el centro de mi atención; necesito también atender otros asuntos por tu bienestar y el de toda la familia, pero prometo no descuidarte y dedicar un tiempo especial sólo para ti.
No prometo, hijo, caerte bien en todo momento. A veces no te gustará lo que yo diga o haga, porque tengo la obligación de guiarte por el camino correcto.
No prometo, hijo, estar a tu lado siempre. Soy mortal como cualquier humana Pero prometo enseñarte que existe una madre que sí es eterna y a quien podrás acudir siempre que quieras.
No prometo, hijo, ser una madre perfecta pero prometo poner todo mi amor en el intento.TE QUIERO
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Hoy ha venido al mundo la pequeña Joaquina, hija de nuestros amigos Cecikia y Martin y hermanita de Valen. Te recibimos con un beso para ti y toda tu familia. ¡Enhorabuena!

Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa. Durante largos años había trabajado con ahínco sacar adelante a su familia. Su mayor deseo era ver convertido a su hijo en todo un hombre de bien y para lograrlo dedicó su escasa fortuna. A sus setenta años Don Roque se encontraba sin fuerzas sin esperanza y lleno de recuerdos. Esperaba que su único hijo, ahora brillante profesionista, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera. Y decidió visitarlo por primera vez y pedirle un favor.
 -¡Hola papá!, ¡que milagro que vienes por acá!
 - Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo; además estoy cansado y viejo.
 - Pues a nosotros nos da mucho gusto que vengas a visitarnos ya sabes que esta es tu casa.
 - Gracias hijo, pero temía ser un estorbo para ti y tu familia, ¿entonces no te molestaría que me quedara a vivir en tu casa con ustedes?
 -¿Quedarte a vivir aquí?, si…claro… Pero no sé si estarías a gusto. Tu sabes, esta casa es muy chica… Y mi esposa es muy especial… y los niños tu sabes…
- Mira hijo si te causo muchos problemas olvídalo. No te preocupes por mi alguien me tenderá la mano.
 - No papá, no es eso. Solo que… No se me ocurre donde podrías dormir no puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían… o solo que no te moleste.
 -¿Qué? 
- Dormir en el patio…
- A eso, no, para mi esta bien.
El hijo de Don Roque llamó a su hijo Luis de doce años.
 - Dime papa.
- Mira hijo tu abuelo se quedará a vivir con nosotros, trae una cobija para que se tape en la noche.
-Si, con gusto… ¿y donde va a dormir?
- En el patio, no quiero que nos incomodemos por su culpa.
Luis subió por la cobija tomo unas tijeras y la corto en dos. En ese momento llego su padre.
-¿Qué haces Luis? ¿Por que cortas la manta de tu abuelo?
 - Sabes papá estaba pensando…
 -¿Pensando en que?
 -En guardar la mitad de la cobija para cuando tú seas ya viejo y vayas a vivir en mi casa.

Hoy es el cumpleaños de Griselda y Vir. Queremos desearos que paséis un día maravilloso rodeadas de vuestras familias y amigos. ¡¡¡FELICIDADES!!!



Hoy es el día de EVALON!!!! desde aqui queremos desearte que lo pases muy bien y que seas muy feliz.
Un besazo enorme cotorrita.
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Qué hermosas son las perlas. aún así debemos saber que son producto del dolor.Toda perla es la consecuencia de una ostra que ha sido herida por un grano de arena que ha entrado en su interior. Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas... En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia llamada “nácar” y cuando un grano de arena penetra en la ostra, ésta lo recubre con capas de nácar para protegerse. Como resultado, se va formando una hermosa y brillante perla. ¿Te has sentido herido por las palabras, o actitudes de alguien? ¿Has sido acusado de decir cosas que nunca has dicho? ¿Han sido tus ideas rechazadas o ridiculizadas? ¿Te han culpado de haber hecho algo que jamás hiciste? ¿Tu actitud frente a ciertas situaciones, se malinterpreta? ¿Has sufrido alguna vez los golpes de la indiferencia? ¿Te han herido precisamente aquellas personas que menos esperabas? ¿No te valoran como realmente lo mereces? Entonces, perdona y haz de tu herida una perla. Cubre tus heridas con varias capas de amor, recuerda que cuanto más cubierta esté tu herida, menos dolor sentirás.Por el contrario, si no la cubres de amor, esa herida permanecerá abierta, te dolerá más y más cada día, se infectará con el resentimiento y la amargura y peor aún, nunca cicatrizará.En nuestra sociedad, podemos ver muchas "ostras vacías" no porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar el dolor en una perla. “Una perla es… una herida sanada por el amor"
Feliz cumpleaños Mayjo. Un besote cotorril de parte de todas nosotras.

Feliz cumpleaños cosa bonita. Te
queremos un montón, aunque seas tan cara de ver. Besotes.
LA OTRA MUJER
Después de 21 años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Desde hace poco había comenzado a salir con otra mujer, en realidad había sido idea de mi esposa.
Tú sabes que las amas –me dijo un día, tomándome por sorpresa - . La vida es muy corta, dedícale tiempo. Pero yo te amo a ti - protesté.
Lo sé. Pero también la amas a ella.
La otra mujer, a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, viuda desde hacía 19 años, pero las exigencias de mi trabajo y mis 3 hijos hacían que solo la visitara ocasionalmente.
Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.
-¿Qué te ocurre?¿Estás bien? – me preguntó, mi madre es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche, o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.
-Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo, le respondí. Los dos solitos. ¿Qué opinas?
Reflexionó sobre ello un momento. Me gustaría muchísimo, dijo.
Ese viernes mientras conducía para recogerla después del trabajo, me encontraba nervioso, era el nerviosismo que antecede a una cita... y ¡Por Dios, cuando llegué a casa, advertí que ella también estaba muy emocionada!.
Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo puesto, se había rizado el pelo y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas, su rostro sonreía, irradiaba luz como un ángel.
Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo, y se mostraron muy impresionadas. -me comentó mientras subía a mi auto. - No pueden esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.
Fuimos a un restaurante no muy elegante, sí muy acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera “La Primera Dama de la Nación”. Cuando nos sentamos, tuve que leerle el menú. Sus ojos sólo veían grandes figuras.
Cuando iba por la mitad de las Entradas, levanté la vista; mamá estaba sentada al otro lado de la mesa, y me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.
Era yo quien leía el menú cuando eras pequeño. ¿Recuerdas?
Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolver el favor –respondí.
Durante la cena tuvimos una agradable conversación; nada extraordinario, sólo ponernos al día con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine.
-Saldré contigo otra vez, pero solo si me dejas invitar, dijo mi madre cuando la llevé a casa, asentí, la besé, la abracé
-¿Cómo estuvo tu cita? – quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche
-Muy agradable, gracias. Mucho más de lo que imaginé, le contesté.
Días más tarde mi madre murió de un infarto masivo, todo fue tan rápido, no pude hacer nada. Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo, y una nota que decía: “La cena esta pagada por anticipado, estaba casi segura, de que no podría estar allí, pero igual pagué para dos, para ti y para tu esposa, jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí. ¡Te amo! ”.
-En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo “TE AMO” y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu familia, dales tiempo, porque ellos no pueden esperar.
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Un precioso relato.
Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello; de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los haría llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no eran ciertas, que no se meta entre tus manos- me decía- porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa; y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo.
Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar cuando el viento del norte pegue con fuerza. Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo todo, es fuerte como las raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole.
Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña, aun si tienes el corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti con tu cabello suelto, porque fluirá en cascada por los canales que la luna ha trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza…
Y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza…
Autora: Paola Klug -