Un pequeño barco nos lleva hacia la isla de Goreé. Es pequeña y cercana a la costa. El barco nos deja en un pequeño embarcadero y nos recibe una isla llena de vegetación entre la que destacan majestuosos baobabs y flores multicolores. Las casas son de dos colores, amarillo y rojo en función de que fueran portugueses u holandeses los que las habitaron en la época colonial.
Nos adentramos en la isla. Multitud de personas venden productos artesanales por sus calles entre los destacan los cuadros hechos con las diferentes tipos de arena que se encuentran en senegal que son adheridos a una tabla de madera utilizando la savia del baobab.
Llegamos a la casa de los esclavos. El corazón se encoge. De frente vemos las escaleras del piso de subida a la zona de los "amos" que abraza un pasillo que conduce a la puerta sin retorno. 20 millones de seres humanos salieron de allí como esclavos para nunca volver. Se les cazaba. Un hombre era pagado con un mosquete y los más apreciados eran los nigerianos por su fuerza, una mujer valía un cacharro de cocina, un niño, un espejo.
Al llegar todos eran pesados y si no tenían el peso adecuado se les llevaba a una sala de engorde. Bajo las escaleras había dos celdas de castigo para los rebeldes en las que no cabe una persona de pie. A izquierda y derecha estaban dos celdas para hombres. Estos eran encadenados por el cuello a la pared y una semana se les soltaba para que no se anquilosaran. La siquiente sala, estrecha y alargada y con muchas pequeñas ventanas es la de los niños de 1 a 7 años. Dormían alternando, la cabeza de uno junto a los pies del siguiente. Las mujeres eran clasificadas por el aspecto de sus pecho en vírgenes y no vírgenes. Las no vírgenes iban a una sala y serviríand e criadas. Las vírgenes iban a otra y podían ser violadas por los amos y si se quedaban embarazadas y daban a luz eran liberadas dentro de la isla y recibían el nombre de las Señoras usando el nombre portugués.
Cabían 150 personas cada vez y pasaban allí algunos meses hasta que salía su barco. En el piso de arriba hay unos paneles que explican toda la historia y unas vitrinas con cadenas y otros instrumentos. Se me empieza a revolver el estómago. Necesito bajar. Dejo que mis pensamientos se calmen en las cálidas aguas de su playa.