Cuando una enfermedad produce un dolor continuado, con pocas pausas
para la recuperación, y especialmente cuando el médico nos ha asegurado
desalentado que no puede curarla, solamente mitigar los síntomas, es el
momento en el cual el enfermo puede optar por dos opciones: o se resigna
y trata de vivir feliz con su mal, o busca una solución en otro tipo de
medicina. Esta es la postura habitual en los enfermos de fibromialgia.
Nosotros, los profesionales de la medicina natural, no entendemos el
término “enfermedades crónicas, ni mucho menos admitimos que se le pueda
aplicar a la fibromialgia, pues se trata solamente de encontrar el
remedio adecuado a esa persona en concreto.
Parece ser que la medicina química no tiene la solución definitiva,
quizá porque la causa no la conoce, limitándose la mayoría de las veces a
instaurar tratamientos paliativos que permitan al enfermo llevar una
vida relativamente confortable. Con el tiempo, el propio tratamiento
conservador termina causando más daño que la propia enfermedad,
encontrándose el enfermo entonces es un momento crítico de su vida,
aparentemente sin solución.
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