CLUB DE COTORRAS

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La costumbre consiste en formar cofradías de mujeres casadas bajo la advocación de Santa Agueda. Normalmente estas cofradías nombran alcaldesa de cofradía el día 3 de febrero festividad de San Blas. Después de la misa las mujeres en animados grupos recorren las calles del pueblo, vestidas con sus trajes regionales, cantando y bailando al son de la gaita, tamboril, dulzaina y pandereta; después del refresco en casa de las mayordomas se celebra el baile público en la plaza del pueblo, al que sólo pueden salir las casadas o viudas, nunca las solteras y menos aún los mozos.En algunas localidades y hasta hace pocos años la seriedad era tal en este aspecto que el baile era inaugurado por la alcaldesa y el señor cura párroco del lugar. El modo de allegar fondos para la merienda es tan variado como el ingenio de las mujeres del lugar sea capaz de inventar. Vestidas como antiguos militares y con sables piden «la miaja»; en otros lugares matan el gallo al estilo de como en muchos pueblos de Castilla la Vieja se hace por otras fiestas. Otra modalidad es la de «bailar el puchero» las mozas; salen la mañana del 5 de febrero en grupos que van parando a la puerta de las casadas, algunas llaman afuera a la mujer que aparece en el portal mientras otras se introducen en la cocina sigilosamente para sacar el puchero a la calle; una vez puesto en medio del corro bailan en su derredor al son de tapaderas, almireces, sartenes y demás instrumentos improvisados. Así bailan el puchero hasta que la pobre mujer paga con dinero o especies el precio que a la mocedad le parece justo .Las mujeres embroman a los hombres con todo tipo de picardías: tirándoles serrín a puñados a modo de confetis; otras veces les roban las prendas de vestir, con preferencia la boina o el pañuelo, para cobrarles después por su rescate; durante el baile son ellas las que sacan a bailar, lo cual da pie para que se produzcan situaciones de ridículo; normalmente sacan a bailar al mozo que lo hizo con ellas el día de San Blas siendo señal de desprecio por su parte si no lo hacen así.
Se celebra en muchos puntos de España pero quizá la más conocida es la fiesta de Zamarramala. Todo se debe a la importante ayuda de las mujeres en la reconquista del Alcázar en tiempo de los musulmanes: las jóvenes de la población de Zamarramala salieron a bailar al son de la dulzaina y el tamboril vestidas con los trajes de fiesta; los sarracenos, sorprendidos de tal acontecimiento, salieron del Alcázar para verlas de cerca y descuidaron la defensa de la fortaleza, lo que aprovecharon los hombres para entrar y hacerse con el mando del Alcázar. Y, desde 1227, como premio a la colaboración, les concedieron a las mujeres ostentar el mando durante todo un día al año, el día de Santa Águeda.
Con la llegada del día la dulzaina y el tamboril anuncian a los dos primeros Alcaldes que ha llegado el día de Santa Agueda; parece que en tiempos más antiguos eran las esposas de estos dos cargos las que suplían a sus esposos en el mando , pero en la actualidad estos puestos son ocupados por elección que realiza la Hermandad y que se verifica todos los años. Seis son los cargos a elegir: Alcaldesa, Regidora, Síndica, Procuradora, Personera y Alguacilas. Todas las mujeres casadas o viudas del pueblo pueden pertenecer a dicha Hermandad. Las Alcaldesas, vestidas con el característico traje «zamarriego» reciben la vara de la justicia y con ella la autoridad sobre los hombres del lugar, autoridad que es efectiva a a hora de resolver pleitos, como riñas entre mozos.En cuanto al traje que ha hecho famosas a las alcaldesas de Zamarramala se compone de un manteo de paño rojo segoviano adornado con franjas de terciopelo negro y pasamanerías y azabaches, todo ello sobre otros cinco o seis manteos menos lujosos. La armilla de seda negra o terciopelo y mangas muy ceñidas por botones de filigrana; el mandil es negro bordado en seda y azabache. El tocado, que es lo más característico del conjunto, está constituido por una mantellina blanca de encaje que cae majestuosamente sobre los hombros, cerrándose delante sobre el jubón. En la cabeza y ciñendo la mantilla una breve mitra rematada en una gran borla y a la que llaman "montera»; lleva a ambos lados seis botones gruesos de plata, a los que llaman «apóstoles», y delante en la parte de la frente alguna pedrería .Llegada la hora de ir a misa las alcaldesas salen de casa precedidas y anunciadas por la dulzaina y el tamboril; en la iglesia ocupan el banco de la justicia y desde allí escucharán cómo el cura anuncia oficialmente al nuevo Ayuntamiento. A la salida de la Misa Mayor piden limosna para la Santa colocadas a ambos lados de la puerta del templo, así hasta que toda la concurrencia ha abandonado la iglesia; entonces marchan a casa con igual acompañamiento con que salieron de ella.A la tarde la llegada de la Alcaldesa Mayor marca el comienzo del baile exclusivamente femenino y en el que participan todas las mujeres del pueblo que estén en condiciones de bailar, sin distinción de edad, basta con ser casada ; los hombres permanecen marginados de esta distracción, pues si alguno intenta entrar a formar parte del baile al punto será violentamente expulsado a base de pinchazos y pescozones. Al día siguiente, «Santa Aguedilla», se relaja la norma de modo que todos pueden formar parte del baile.Es característico del primer día de fiesta en este pueblo el famoso baile del «Rosco»; se organiza el dicho baile por la tarde a una señal de la Alcaldesa Mayor y en él toman parte los hombres, primero los solteros y luego los casados. El «Rosco» es un bollo con huevos que se coloca sobre una mesa y a su alrededor bailan las parejas, de las cuales será la ganadora la que a juicio de un jurado compuesto por dos hombres y dos mujeres ejecute mejor el baile. Los ganadores comen del «Rosco» y después la siguiente pareja agraciada, así hasta que el bollo se acaba.

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