CLUB DE COTORRAS

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Dahra es otro pueblo grande en el que casi todas las casas son de ladrillo. En Senegal es fácil saber a quién le va mejor en función del aspecto de su vivienda. En resumen sería: casa de cañas y adobe, de chapa, de ladrillo, de ladrillo y yeso pintado, de ladrillo con azulejos y por último las casas con mármoles y otros materiales lujosos.
La casa en la que nos quedamos es de Koura, una mujer mayor cuyo porte indica que debió ser muy guapa de joven. Pertenece a la etnia poule. Los poule eran ganaderos nómadas, se desplazaban buscando pastos y en cada lugar montaban sus cabañas de cañas. Actualmente están asentados pero siguen dedicándose a la ganadería. Ahora Koura tiene ovejas pero antes también ha tenido vacas. Una de las ovejas no quiere comer pienso así que la alimenta personalmente y ella la sigue como un perrillo.
La casa es un salón grande del que salen habitaciones, cada una con un baño sencillo: lavabo, wc y una ducha. Es una buena casa. Sus hijas están de emigrantes en España y se la han construido hace unos años. Antes de ello vivía en un pequeño anexo que constaba de un par de habitaciones, una cocina que se sigue utilizando y un corral en el que están las ovejas. 
Se está tremendamente tranquilo y me siento muy a gusto. El único pero son los montones de insectos que se acercan por la noche atraidos por la luz y a los que siempre he tenido pánico. A estas alturas ya tengo las piernas acribilladas, a los mosquitos de por aquí parezco encantarles.
Por la noche la casa está muy caliente y nos sentamos fuera sobre colchones y esteras a tomar el fresco.
Visitamos a muchos de los familiares de Koura, todos nos ofrecen zumos y agua fresca. En una de las paradas un chico me oye hablar español y se acerca. Es profesor de español y está en el pueblo para celebrar el Korité con la familia. El Korité es la fiesta del fin del mes del Ramadan.
En la casa de al lado de Koura vive un familiar. Aquí el concepto familia es muy amplio, incluye a tíos, primos, hermanos de los abuelos, incluso vecinos o yo. Por las mañanas vienen algunos niños vecinos a desayunar. Es pan con mantequilla que comen sentaditos en cualquier rincón. Me llama especialmente la atención la pequeña Doulee. Tendrá 4-5 años y me mira seria y desconfiada. Otros niños mayores se acercan y les doy caramelos, ella sigue seria así que se lo dejo a la vista. Al día siguiente ya me lo coge de la mano y esboza una tímida sonrisa. Me la voy ganando. Cuando me ve me mira y se ríe y si ve mi puño cerrado ya sabe que es un caramelo sólo para ella y viene corriendo a por él y me regala su sonrisa. Porque aquí la sonrisa de los niños es especial, limpia, inocente. Los niños de aquí pueden no tener muchas cosas; Doulee va vestida siempre con la misma ropa y nos pide pan con mantequilla, pero es feliz jugando con cualquier cosa; la he visto pasar una mañana entera jugando con otros niños y el juguete era un palo con un trozo de tela estrechito colgando a modo de látigo de un caballo imaginario. Me acuerdo de nuestros niños, que ya no saben jugar si no tienen una consola o les diriges en un juego, que ya no saben jugar con muñecas, al pilla pilla, a la comba....que no tienen sitio para bajar a jugar a la calle en nuestras monstruosas ciudades grises y frías, hechas más para los coches que para las personas. Decididamente estos niños son más felices en ese aspecto.

2 comentarios:

PAO dijo...

Que maravilla Marta .. con sólo leerte me emociono con aquella nenita ... :)

Gabu♥ dijo...

me parecio o hay un chico con una camiseta de fútbol de argentina ? si no es , es muy parecida! jaja al principio no me daba cuenta y luego volvi a mirar , porque primero me parecio normal y luego pense,, pero si es tan lejos en africa nuestra camiseta !! jaja

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