CLUB DE COTORRAS

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Aún hoy en día existen en el Pacífico Occidental mujeres buzo dedicadas a la recolección de moluscos, algas, esponjas de mar y sobre todo de perlas, que emplean métodos muy similares al de hace 2000 años. Se tratan de mujeres Japonesas conocidas como "Amas". En Corea también existen mujeres que se dedican a hacer estas labores y allí se les conoce como "Haenyo". Estas mujeres son capaces de sumergirse más de 20 metros de profundidad en apnea (a pulmón), permaneciendo a esta profundidad el tiempo suficiente para obtener una buena recolecta. Se calcula que en una hora de inmersiones de tiran 30 minutos en el fondo, 15 minutos los emplean entre subida-bajadas y los otros 15 minutos los dedican para descansar en el flotador. Los equipos utilizados son bastante rudimentarios hoy día utilizan trajes de neopreno (bucean en aguas de 10º C) y se protegen el cuerpo con telas ajustadas de color blanco, rara vez utilizan aletas. Llevan en la mano una especie de espátula o pincho con la que despegan los moluscos de las rocas.
El Oficio se transmite de madres a hijas quienes empiezan a practicarlo a los 13 años de edad aproximadamente. En esta etapa empiezan a trabajar a una profundidad de 3 a 5 metros de profundidad y practican durante unas 3 horas diarias. Sólo cuentan con un flotador con forma de tonel aunque eso en la actualidad ha cambiado, flotadores más resistentes, menos pesados donde colocan lo recolectado además de descansar entre sus inmersiones. Las "Amas" suelen realizar este oficio hasta edades muy avanzadas 65-70 años y se considera que están en su mejor momento a los 50 años. Se han visto “Amas” buceando en avanzado estado de gestación e incluso con un bebe recién nacido dejándolo en la embarcación al cuidado de “Amas” mayores. Las pocas “Amas” existentes se encuentran en Ago en el extremo sur del Parque Nacional de Ise Shima en la provincia de Míe (Japón) y la menor de ellas tiene 50 años.
Hoy en día las hijas de las Amas no se ven atraídas por esta legendaria tradición de flotar durante horas en el mar. Se espera que pronto, en poco tiempo la última “Ama” deje el mar quedando como único testimonio las milenarias pinturas que las muestran altivas y desafiantes. Duras como las placas de bivalvos en busca de una perla, esa perla que cambiara por siempre el destino de su familia.

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