Los aromas, perfumes u olores inevitablemente me traen recuerdos de mi infancia a mi mente.
El perfume de los azahares en primavera me llevan al patio de mi casa paterna donde jugaba bajo la sombra de un árbol de pomelo.
El olor que hay en las estaciones de la línea A de subterráneo es la magia que una sucesión de túneles y estaciones me llevaban de Primera Junta a Plaza de Mayo donde aferrada de la mano de mi papá visitaba la Catedral, el Cabildo, pasaba frente a la “Casa Rosada” ( la casa de gobierno) para terminar sentados en la plaza alimentando a las palomas.
Cuando me lavo las manos o me baño con jabón “Limol” estoy junto a mis padres en el “Parque Balneario La Salada” (lugar que ya no existe hace muchos años) donde disfrutaba de sus piletas de agua salada, de su frondosa arboleda y que al terminar la jornada para sacarnos el salitre del agua nos duchábamos con ese jabón.
El aroma del maní con chocolate son los cines de barrios ( porque cuando yo era niña todos los barrios tenían su cine); donde se veían dos películas: un estreno y otra, además pasaban un noticiero y las propagandas que me encantaba ver ya que la televisión era en blanco y negro y en el cine las veía en colores.
El olor a papel picado son los carnavales en el club “Brisas del Sud” donde cada año estrenaba un disfraz(porque soy de la época que los niños se disfrazaban) que mi mamá me hacía con todo su amor y me llevaron a ganar algunas medallas que guardo como tesoros.
Y el olor a cloro me lleva a la pileta del mismo club donde nos reuníamos todos los chicos del barrio donde aprendimos a nadar o lo intentamos.
Hay otros aromas, perfumes u olores que para mi son personas: el olor a tabaco de pìpa es Don Libio que vivía en la casa de al lado de mi casa paterna; el perfume a Lavanda es mi abuela Sara, nunca dejaba de usarlo; el olor a tinta es mi papá, que trabajaba en una imprenta y por más que se lavase las manos yo lo sentía; el talco “Palmolive” es mi abuela Francisca, de ella tome la costumbre se usarlo y el olor a rosas es mi mamá.
Los aromas, perfumes u olores como quieran llamarlos forman parte de nuestra vida y nos marcan inexorablemente.
El perfume de los azahares en primavera me llevan al patio de mi casa paterna donde jugaba bajo la sombra de un árbol de pomelo.
El olor que hay en las estaciones de la línea A de subterráneo es la magia que una sucesión de túneles y estaciones me llevaban de Primera Junta a Plaza de Mayo donde aferrada de la mano de mi papá visitaba la Catedral, el Cabildo, pasaba frente a la “Casa Rosada” ( la casa de gobierno) para terminar sentados en la plaza alimentando a las palomas.
Cuando me lavo las manos o me baño con jabón “Limol” estoy junto a mis padres en el “Parque Balneario La Salada” (lugar que ya no existe hace muchos años) donde disfrutaba de sus piletas de agua salada, de su frondosa arboleda y que al terminar la jornada para sacarnos el salitre del agua nos duchábamos con ese jabón.
El aroma del maní con chocolate son los cines de barrios ( porque cuando yo era niña todos los barrios tenían su cine); donde se veían dos películas: un estreno y otra, además pasaban un noticiero y las propagandas que me encantaba ver ya que la televisión era en blanco y negro y en el cine las veía en colores.
El olor a papel picado son los carnavales en el club “Brisas del Sud” donde cada año estrenaba un disfraz(porque soy de la época que los niños se disfrazaban) que mi mamá me hacía con todo su amor y me llevaron a ganar algunas medallas que guardo como tesoros.
Y el olor a cloro me lleva a la pileta del mismo club donde nos reuníamos todos los chicos del barrio donde aprendimos a nadar o lo intentamos.
Hay otros aromas, perfumes u olores que para mi son personas: el olor a tabaco de pìpa es Don Libio que vivía en la casa de al lado de mi casa paterna; el perfume a Lavanda es mi abuela Sara, nunca dejaba de usarlo; el olor a tinta es mi papá, que trabajaba en una imprenta y por más que se lavase las manos yo lo sentía; el talco “Palmolive” es mi abuela Francisca, de ella tome la costumbre se usarlo y el olor a rosas es mi mamá.
Los aromas, perfumes u olores como quieran llamarlos forman parte de nuestra vida y nos marcan inexorablemente.
1 comentarios:
Tan cierto como la vida misma. Los aromas, los perfumes marcan nuestra historia...sin ellos no hay recuerdos. El olor a agua de azar para el pan dulce te recuerda navidad, el aroma de tilo en flor que llego la primavera. Marcan hitos...procesos...etapas...amores...son la vida vivida y su posibilidad de rememorarla.
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